La vida de Edward Gorey es tan sorprendente como su obra. En el prólogo de Amphigorey, su traductor Óscar Palmer cuenta algunos detalles. Gorey, que murió en abril de 2000, a los 75 años, era un ser huidizo y solitario, que solía vestir un abrigo de piel de mapache -como algunos de sus personajes-, un pendiente en cada oreja y un anillo en cada dedo. Vivió muchos años en Nueva York y su mayor pasión era el ballet clásico, hasta el punto de que todas las noches asistía a la función del New York City Ballet. Cuando terminaba la temporada, se refugiaba más al norte, en Cape Cod, en una casa de 200 años de antigüedad y aspecto encantado en la que vivía, se cuenta, a la deriva. Coleccionaba sin ningún orden todo tipo de objetos -cruces celtas, versiones del Mesías de Händel, ositos de peluche, calaveras-. Su formación era autodidacta y el propio Gorey contaba que había leído Drácula y Alicia en el país de las maravillas a los cinco años, Frankenstein a los siete y todo Víctor Hugo a los ocho. Adoraba a Jane Austen, amaba las teleseries y el cine, tenía una curiosidad sin límites.
Gorey, que dibujó durante años las cubiertas de la editorial Doubleday, empezó a publicar sus historias en 1953, con El arpa sin encordar. Vinieron después El invitado incierto y El ejemplo práctico, hasta llegar a más de un centenar. En general se trata de libros breves, donde el dibujo tiene tanta fuerza como el texto, que suele estar escrito en verso. Esas primeras ediciones eran autopublicadas, de 200 copias, y con el tiempo se han convertido en carísimos ejemplares de coleccionista. A veces, para divertirse, las firmaba con seudónimos anagramáticos, como Ogdred Weary, Dogear Wryde o D. Awdrey-Gore. Al cabo de los años, Gorey decidió reunir todos esos pequeños libros en varios volúmenes, el primero de los cuales fue Amphigorey. En esos dibujos en blanco y negro nunca luce el sol y los rincones están llenos de sombras; las casas son enormes y vacías, desoladas; los árboles se asemejan a esqueletos; los niños y niñas se pierden o están perpetuamente tristes; los mayores tienen un aire perverso.
Además, las ilustraciones siempre se conjugan perfectamente con la historia. En El arpa sin encordar, el célebre novelista Earbass, como cada 18 de noviembre, se dispone a escribir una nueva novela. Escoge un título de su cuaderno de notas -El arpa sin encordar-, pero no se le ocurre ningún argumento para ese sintagma. Poco a poco intentará superar el bloqueo del escritor. En El invitado incierto, un tipo muy raro aparece un día en una casa de ricos y se instala con la familia que vive ahí, incapaz de reaccionar. El sofá singular es "una obra pornográfica", donde todos los jóvenes están "excepcionalmente formados" y la protagonista hace gala de una indolencia erótica admirable. Pero quizá la perla del volumen es Los pequeñines macabros, un terrible y precioso catálogo alfabético de niños desdichados. Se lee: "La E es de Ernest, que se atragantó con un melocotón"; "la G es de George, asfixiado bajo una alfombra"; "la N es de Neville, que falleció de puro tedio"; "la Z es de Zillah, que bebió demasiada ginebra"...
La A es de Amy, que se cayó por las escaleras.
La B es de Basil, atacado por osos.
La C es de Clara, que se consumió.
La D es de Desmond, que fué arrojado de un trineo.
La E es de Ernest, que se atragantó con un durazno.
La F es de Fanny, completamente succionada por una sanguijuela.
La G es de George, asfixiado bajo una alfombra.
La H es de Hector, liquidado por un asesino.
La I es de Ida, que se ahogó en un lago.
La J es de James, que tomó lejía (o lavandina) por error.
La K es de Kate, golpeada por un hacha.
La L es de Leo, que se tragó unas tachuelas.
La M es de Maud, que fué arrastrada por el mar.
La N es de Neville, que falleció de puro tedio (aburrimiento).
La O es de Olivia, atravesada por una lezna (punzon de zapatero).
La P es de Prue, pisoteada en una riña.
La Q es de Quentin, que se undió en un lodazal.
La R es de Roda, consumida por las llamas.
La S es de Susan, que falleció a causa de unos ataques.
La T es de Titus, que voló en mil pedazos.
La U es de Una, que se escurrió por un sumidero.
La V es de Victor, espachurrado por un tren.
La W es de Winnie, incrustada en el hielo.
La X es de Xerxes, devorado por los ratones.
La Y es de Yorik, que se abrió la cabeza.
La Z es de Zillah, que bebió demasiada Ginebra.
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Muchas de las obras de Gorey fueron publicadas imperceptiblemente y son difíciles de encontrar o caras. Sin embargo, los siguientes cuatro recopilatorios recogen juntos mucho de su material. Dado que sus libros originales son cortos, estos pueden contener unos 15 por cada volumen.
-Amphigorey 1972 - ha sido publicada en castellano y contiene The Unstrung Harp, The Listing Attic, The Doubtful Guest, The Object-Lesson, The Bug Book, The Fatal Lozenge, The Hapless Child, The Curious Sofa, The Willowdale Handcar, The Gashlycrumb Tinies, The Insect God, The West Wing, The Wuggly Ump, The Sinking Spell, y The Remembered Visit.
-Amphigorey Too, 1975.-
-Amphigorey Also, 1983. -
-Amphigorey Again, 2004. -
También ilustró otros 60 trabajos de otros autores, tales como Edward Lear, John Bellairs, y John Ciardi.
Amphigorey 1972 link
Amphigorey Too 1975 link