LA FALDA, Argentina, estaba destinado a ser "el cielo en la tierra," un lujoso lugar de descanso en el nuevo mundo... pero este "edén" caído está actualmente en ruinas, embrujado por haber sido en el pasado un paraíso para los nazis que llegaron a Argentina.
El Hotel Edén, conocido antes de la segunda guerra mundial como un lujoso alojamiento para alemanes en el centro de Argentina, es hoy una cáscara vacía administrada por la alcaldía local que ofrece paseos y está intentando transformarlo en un museo.
Al avanzar a través de las ruinas durante uno de esos paseos, el empresario José Ranz, de 33 años, comenzó a aprender de los lazos del establecimiento con la Alemania nazi de Adolf Hitler y a desenredar el misterioso pasado de su propia familia.
El hotel era un imán para los ricos y famosos de principios del siglo 20, seduciendo incluso al científico Albert Einstein en 1925, pero su apogeo duró poco, ya que la reputación del complejo turístico se hundió debido a la simpatía de sus ex dueños hacia los nazis.
El hotel se convirtió en un testamento de la turbia relación de Argentina con los nazis, que llegaron por cientos al país después de la guerra, apoyados por la política de puertas abiertas del general Juan Domingo Perón, quien favoreció a muchos criminales de guerra.
"Mi abuelo me dijo que éste fue una vez el único lugar de la zona desde el que se podía contactar Europa," contó Ranz mientras miraba hacia un lugar del techo en donde una antena de radio, que conectó alguna vez al hotel con Berlín, se erigía al lado del símbolo de un águila.
Eso no fue todo. Su abuelo le confesó, cuando Ranz tenía 12 años, que él no era español como siempre dijo desde que viajó a Argentina en la década de 1930, sino que era alemán.
"Me contó los aspectos buenos del nazismo y por qué después se deformó," explicó Ranz, intentando decifrar la tendencia real de su abuelo.
"El me explicó por qué el nazismo odiaba a los judíos... no sé si él se escapó del régimen nazi o si escapó por ser un nazi."
Su abuelo vivía cerca del hotel y con frecuencia se relacionaba con los otros alemanes que se encontraban en el lugar.
El alojamiento se abrió en 1897 por iniciativa de un hotelero alemán y luego pasó a manos de otra familia alemana, los Eichorn. La ciudad de La Falda, centro turístico situado a 725 kilómetros al noroeste de Buenos Aires, se desarrolló a la sombra del complejo.
El Hotel Edén tenía su propio campo de golf de 18 hoyos, una flota de autos Ford T, huertas y un salón de baile decorado con roble importado de Eslovenia y con escaleras de mármol italiano.
En el viejo libro de visitas puede encontrarse -completa-, a la élite argentina de le época.
Los dueños, Walter e Ida Eichorn, fueron fervientes seguidores de Hitler y cuando Argentina le declaró la guerra a Alemania antes de la caída del Tercer Reich, el hotel fue confiscado por el gobierno por ser propiedad del enemigo.
PARAISO NAZI
"Los Eichorn eran miembros del Partido Nacional Socialista y enviaron dinero para la campaña política del Fuhrer (en los años '30)," dijo Ariel Manzani, el joven guía de 22 años que conduce los tours organizados por las autoridades locales.
"Ellos celebraban sus victorias con fiestas en el hotel," agregó Manzani. "Su idea era crear una colonia alemana aquí en Argentina."
Decenas de casas de estilo alpino se agrupan actualmente alrededor del hotel que los Eichorn vendieron a inmigrantes también alemanes en los '30 para financiar esa operación.
Después de distintos intentos de sus sucesivos dueños para resucitar el hotel, éste finalmente cerró sus puertas en la década de 1960.
Años de abandono y saqueos siguieron, y el casco maltrecho del alojamiento se asienta ahora en sólo una fracción de las 1.200 hectáreas originales del terreno.
La alcaldía está tratando de convencer a los habitantes de La Falda que se apropiaron de objetos del hotel -desde candelabros a tazas de café- de que los devuelva.
"La idea es ver qué posibilidades hay de armar habitaciones, como un museo, y mostrar como habría sido originalmente," dijo el responsable turístico de La Falda, Daniel Buonamico. "Pero creo que la mayoría de las cosas están perdidas."
Ambrosio Vicente Farías, de 85 años, recuerda haber llevado a los visitantes al hotel en la era de los Eichorn. "Hablaban todos en alemán. Yo no entendia nada," manifestó. "Dicen que hasta Hitler vino acá, de incógnito."
En el complejo hay dos desteñidas fotos en papel sepia, tomadas en las escaleras del frente. En ambas, tomadas de distintos ángulos, puede verse a aproximadamente 60 personas, entre ellas una cara borrosa que resulta difícil identificar. La sombra de un pequeño bigote es apenas reconocible.
"¿Vino Hitler acá alguna vez?," le preguntó Ranz al guía cuando su familia y él finalizaron la visita.
"Algunos dicen eso," fue la respuesta.
Los hechos sobre el Hotel Edén se entremezclan con la ficción en el imaginario popular y algunos pobladores fueron reacios a enfrentar su pasado. Ranz y Manzani dicen que es hora de aclarar la historia, para bien o para mal.
Parte de eso, al menos, ha sucedido.
"La leyenda sobre la visita de Hitler es sólo eso: una leyenda," dijo el profesor estudioso de Hitler Ian Kershaw, de la Universidad de Sheffield, en Gran Bretaña.